¿IVA disfrado de 2% en impuesto a la pobreza?
Un ajuste “doloroso y difícil”, lo llamó el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, quien reveló que el gobierno de Felipe Calderón buscará combatir la pobreza a partir del cobro a toda la población, pobres incluidos, de un nuevo impuesto de 2 por ciento a todos los bienes y servicios que se intercambian en la economía, también alimentos y medicinas, hoy exentos del pago de un tributo al consumo.
La novedad para combatir la pobreza es la creación de un nuevo impuesto llamado “contribución para el combate a la pobreza” y consiste en “ gravará sobre una base de efectivo, con una tasa de dos por ciento, a los ingresos derivados de la realización de ventas, aplicándose en todas las etapas de la producción de manera no acumulativa”. En otras palabras, también de Carstens, es un tributo que se aplica “a todo bien y servicio”, incluido a los alimentos y medicinas.
Se dirá que no es para tanto, que un dos por ciento como quiera pueden absorberlo los consumidores.
Pero considérese que puede provocar una alza generalizada de precios, superior al dos por ciento en que aumentan los costos debido a este gravamen.
Si bien no es un oculto Impuesto al Valor Agregado, como proponen algunos de sus críticos, siendo sí un Impuesto al Consumo, como el IVA, su repercusión en los precios abatirá la adquisición de insumos no estrictamente necesarios.
Ya es una contradicción obvia que los pobres ayuden a pagar los programas que los beneficien, pues aun sus escuálidos presupuestos se verán mermados por la predecible alza universal de los precios.
Puesto que la Contribución para el Combate a la Probreza (CCP o Concompo) es de aplicación general, gravaría a renglones delicados como los medicamentos, la comida y los libros, a los que ahora se aplica tasa cero o están exentos del IVA.
Y ese dos por ciento de impuesto al consumo podría ser el primer escalón, tal como habían sugerido los organismos patronales, para incluir esa mercancía en el régimen fiscal del valor agregado, susceptible de incrementos anuales. En tal sentido sí sería un IVA disfrazado. Por lo demás, el IVA ya establecido pasará, aunque técnicamente no sea así, a una tasa de 17 por ciento.
Si se ha aplica este nuevo impuesto al consumo, es necesario que la autoridad sea muy trnasparente en la forma en que le haran llegar los recursos a los pobres, tomando en cuenta que el censo del INEGI señala que casí de 50 millones de mexicanos son pobres.
En la negociación presupuestal los legisladores podrían y deberían condicionar el ejercicio de las partidas financiadas con la CCP o Concompo a la afinación de los mecanismos correspondientes y a una estricta rendición de cuentas.
Fuente: la jornada y el Sol de Torreon
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