El tradicional pan de muerto
El pan de Muerto.
El pan de muerto, que es para los mexicanos un verdadero placer, remonta su origen a la época prehispánica y ahora es uno de los elementos más importantes en las ofrendas del Día de los Fieles Difuntos.
El 2 de noviembre se celebra en todo México el Día de Muertos, fecha en que sus cementerios y tumbas son visitados por sus dolientes, quienes las adornan con flores de diversos colores y otros con ofrendas con los platillos que le gustaban al finado.
Diversos historiadores han coincidido en señalar que las familias de México han tenido un gusto particular por ese pan y que han mantenido la tradición desde hace varios siglos.También han manifestado que el surgimiento de dicho pan se remonta a la época de los sacrificios humanos y a la llegada de los españoles a la entonces Nueva España, en 1519. En esa época, una princesa era ofrecida a los dioses, su corazón aún latiendo se introducía en una olla con amaranto para morderlo posteriormente en señal de agradecimiento a un dios. Los españoles, al no consentir este tipo de sacrificios, elaboraban un pan de trigo en forma de corazón bañado en azúcar pintada de rojo, simulando la sangre de la doncella y así surgió el pan de muerto.
Otros historiadores han revelado que el nacimiento de ese pan se basa en un rito que hacían los primeros pobladores de Mesoamérica a los muertos que enterraban con sus pertenencias.
La celebración de los difuntos se convierte en un banquete mortuorio dominado por alimentos y flores de color amarillo (el color de la muerte para las culturas prehispánicas), como el cempasúchil, los clemoles, las naranjas, las guayabas, los plátanos, la calabaza y el pan característico de la ocasión.
Algunos historiadores han dicho que "este pan de hojaldre, con sus cuatro gotitas o canillas, simboliza los huesos de quien se ha ido. La parte de arriba, su corazón".Para otros, el pan lleva las cuatro canillas en forma de cruz, porque con ellas se designan los cuatro rumbos del nahuolli (el universo). Son a su vez, los cuatro puntos cardinales, definidos por igual número de divinidades: Quetzalcóatl-Camaxtli, Xipetotec, Tláloc-Huitzilopochtli y Tezcatlipoca, expresiones de la concepción del mundo prehispánico.
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